
Por Paul Baxley
A medida que el 2022 llegó a su fin, cada vez más economistas predecían que la economía nacional y global experimentaría una recesión. No existe un acuerdo de cuándo exactamente tal recesión comenzará en los Estados Unidos, cuánto pudiera durar o cuán intensa será. Pero el consenso es claro. Una gran cantidad de artículos están siendo publicados sobre cómo los negocios en diferentes sectores se pueden preparar para una recesión. Justo cuando estamos comenzando a volver a una apariencia de normalidad después de las interrupciones más intensas de la pandemia del coronavirus, la última posibilidad que cualquiera de nosotros quisiera considerar es aquella de otro desafío a la vuelta de la esquina.
Esperar que una recesión no llegue o ignorar la evidencia acumulada de una que se aproxima no son buenas estrategias de liderazgo. Me pregunto cómo aquellos que dirigimos congregaciones, denominaciones u otras organizaciones sin fines lucro basadas en la fe, deberíamos estar preparándonos para la creciente probabilidad de una recesión. ¿Cómo preparar nuestras mentes? ¿Qué preguntas deberíamos estar haciendo? ¿Cómo involucrar a nuestros equipos de liderazgo? ¿Qué desafíos pudiéramos enfrentar y cómo estar preparados para ellos? ¿Qué oportunidades de ministerio pudieran emerger y cómo pudiéramos ser fieles en aprovecharlas? ¿Existen preguntas que hacer y pasos a tomar ahora que fortalecerán a nuestras congregaciones ya sea que llegue una recesión o no?
Estoy convencido de que liderar congregaciones u otros ministerios en este momento requerirá el adoptar una mentalidad claramente informada por la Escriptura y una fe viva. Pablo animó a los Filipenses a tener la ¨misma mente¨ en ellos, así como ¨también estuvo en Cristo Jesús. ¨ El erudito del Nuevo Testamento, Steven Fowl, traduce ¨mente¨ como ¨manera de pensar, sentir y actuar. ¨ ¿Qué manera de pensar y sentir debería guiar nuestras acciones al prepararnos para la probabilidad creciente de una recesión?
El pasaje de la Escritura que ha estado en mi mente mientras he leído los crecientes diálogos entre economistas es la narrativa extendida que el libro de Génesis provee, describiendo la preparación de José para la hambruna en Egipto, encontrado en Génesis 41. José discierne que siete años de hambruna seguirán a siete años de abundancia, y entonces el aconseja a los líderes de Egipto para que usen los años de abundancia para prepararse para los años de hambruna. Cuando faraón toma el consejo de José, Egipto está mejor posicionado que cualquier otra nación no solo para sobrevivir sino para prosperar durante la hambruna. Aún una lectura rápida de Génesis 41 retiene varios temas importantes:
Primero, la preparación es esencial ante un desafío o una crisis venidera. Debido a que José sabe que se aproxima una hambruna, el exhorta a aquellos en posiciones de poder a prepararse en maneras concretas. Los líderes cristianos deberían ser proactivos al prepararse para cualquier desafío emergente, incluyendo la probabilidad creciente de una recesión en el próximo año. La alternativa es esperar que no suceda; ser atrapados desprevenidos, y entonces experimentar un pánico mayor que el mismo desafío.
Segundo, el liderazgo ante una crisis requiere una disponibilidad de aceptación de consejo de parte de otros y el valor de practicar verdaderamente toma de decisiones cooperativa. El faraón reconoce la sabiduría de José, acepta su consejo aun y cuando viene de un lugar insólito, y entonces empodera a José para que comparta el liderazgo durante los años de abundancia y los de hambruna. Desafíos significantes, sean estos una pandemia o una recesión globales, no son enfrentados por líderes en uso aislado de poder. En cambio, debemos proveer un espacio para escuchar un buen asesoramiento y estar dispuestos a compartir la responsabilidad, aún con líderes emergentes o poco probables dentro de nuestra congregación.
Finalmente, porque Dios hace que todas las cosas obren para bien, aun durante situaciones que no son buenas en sí mismas, la fidelidad proactiva crea oportunidades para las congregaciones y otros ministerios. José crece y prospera debido a su posición proactiva, y Egipto también. Una recesión, dentro y en sí misma, puede ser una cosa terrible. Pero no significa que una congregación o ministerio tiene que ser desolado o destruido por ella. La resurrección de la que nos habla la fe reconoce que siempre existe una oportunidad en la crisis.
Así que, con esa mentalidad formada por la Escritura y una fe viva, ¿cómo pudiéramos guiar hacia la concientización de que una recesión es probable? ¿Cómo podremos ser más proactivos de manera que nosotros y nosotras y las congregaciones o ministerios que dirigimos puedan prosperar fielmente durante un desafío tan significativo?
Le animo a que comience, en oración, a considerar estas preguntas si ya no lo ha hecho. En los días y semanas por venir, nuestro Compañerismo producirá herramientas y recursos para ayudarle en este proceso. Esta semana estamos compartiendo un conjunto más detallado de pasos iniciales sugeridos y un inventario de todos los recursos que nuestro Compañerismo ya tiene para ayudar a las congregaciones a navegar en medio del desafío y cambio financiero.
Luego de dos semanas, lanzaremos un nuevo recurso desde nuestra Fundación CBF sobre la planificación en recesión y otras muchas herramientas que usted puede usar con sus equipos de liderazgo congregacional. Al comenzar este trabajo, estamos conscientes de que cualquier recesión no impactará a todas las comunidades o congregaciones de la misma manera; así que, los animaremos a explorar las formas únicas en las que su congregación y comunidad pueden ser impactadas y prepararse para responder. Y enfatizaremos pasos que usted puede tomar que fortalecerán su ministerio, aún si una recesión no llega.
Al comenzar a prepararnos para una posible recesión en los meses por venir, es sabio comenzar estableciendo un fundamento bíblico y teológico que nos guíe en estos días. Yo ofrezco el ejemplo de José como sólo uno, tu reflexión en oración puede guiarte a otros. Como personas que saben que no todas las cosas son buenas, pero que aún creen que Dios obra el bien en todas las cosas, podemos prepararnos no solo para encarar los desafíos sino también unirnos a Cristo y su misión en nuevas formas. Y podemos ser fortalecidos por la convicción de que nada nos puede separar, a nuestras congregaciones o comunidades, del amor y la presencia de Cristo y que el mismo espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos, obra en nosotros.
Paul Baxley sirve como Coordinador Ejecutivo del Compañerismo Bautista Cooperativo.