Paul Baxley, Coordinador Ejecutivo, Compañerismo Bautista Cooperativo.
” Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”.
Con esas palabras, el Evangelio de Juan describe teológicamente lo que sucedió en el nacimiento de Jesús. El Verbo (que estaba en el principio con Dios y sin el cual nada de lo hecho fue hecho) se convirtió en un ser humano y vivió entre nosotros. En Jesús, vemos la gloria de Dios. En Jesús, la gracia y la verdad abundan con inexorable amor y abundante poder. En Jesús, Dios está plena y absolutamente presente en el espacio y el tiempo humanos. En el Evangelio de Mateo, se le dice a José que el bebé que lleva María es Emmanuel, “que significa ‘Dios con nosotros'”.
Más allá del sentimentalismo y la familiaridad, la Navidad se trata de una verdad poderosa. En Jesucristo, Dios está con nosotros … con nosotros plenamente, con nosotros en amor, presente entre nosotros en poder. El bebé que María sostiene en sus brazos en la primera Navidad es Dios en forma humana, Dios esta con nosotros.
Ese mensaje es siempre pura gracia. Pero creo que es especialmente poderoso en esta segunda Navidad pandémica. Han pasado alrededor de 650 días desde que el coronavirus rehizo por primera vez nuestras comunidades y nuestras congregaciones en marzo de 2020. Esta pandemia no solo nos ha desafiado a todos y todas, sino que también ha puesto al descubierto cada profundo desafío que enfrenta esta y todas las naciones del mundo.
En los días previos a esta Navidad, la variante Omicron ha comenzado a correr salvajemente por las ciudades y pueblos del país, confrontando a exhaustos líderes dentro y fuera de las congregaciones con un nuevo conjunto de preguntas. Un hermoso villancico habla honestamente de un mundo cansado, y no se puede negar el profundo cansancio de esta época. Ya estabamos profundamente conscientes del agotamiento el invierno y primavera pasados con todo lo que enfrentábamos con la variante Delta, y ahora la variante Omicron está surgiendo, y ese agotamiento ha alcanzado niveles casi catastróficos y está impactando a los líderes congregacionales (ministros y líderes laicos) junto con el liderazgo en negocios, política y otros sectores. Las familias están experimentando ese profundo cansancio también. Y las personas que han vivido bajo el peso de la pobreza y la injusticia, que ya estaban exhaustas antes de marzo de 2020, lo están aún más ahora.
No puedo evitar creer que también hubo un profundo cansancio entre los que se reunieron en el pesebre en la primera Navidad. ¿No estaban María y José agotados después de viajar a pie durante días en respuesta al decreto del emperador al final de su embarazo? ¿No nos imaginamos que esos pastores tuvieran que estar agotados por trabajar por la noche en el campo y al mismo tiempo vivir en las garras de la pobreza y la exclusión? Los que vieron por primera vez al verbo hacerse carne y vivir entre nosotros fueron los que estaban cansados, agotados y exhaustos.
El evangelio de Navidad es que Dios está con nosotros, y más aún, que Dios está con nosotros en todas las estaciones de la vida. Dios está absolutamente con nosotros en tiempos de alegría, celebración y florecimiento. Pero Dios también está con nosotros en nuestras preguntas, nuestra incertidumbre, nuestra ansiedad y nuestro cansancio. Dios está con nosotros cuando nos sentimos increíblemente cerca del amor y el poder divinos, pero Dios también está con nosotros cuando luchamos con el significado de la fe y el propósito de la vida. Cuando vemos al bebé en el pesebre, sabemos que no nos han dejado solos o abandonados ante lo peor del mundo. ¡No! En Jesucristo, Dios nos ama y está con nosotros para hacer nuevas todas las cosas, y nada en toda la creación puede separarnos de ese amor.
Entonces, es mi oración en esta Navidad que nosotros, como familia del Compañerismo Bautista Cooperativo, descansemos seguros en el conocimiento de que Dios está con nosotros, que la gracia y la verdad de Dios están obrando poderosa y redentora entre nosotros. En nuestro cansancio, Dios viene en Jesús con gracia y verdad. Cuando estamos asustados y ansiosos, Dios viene con amor y valor y nos habla las mismas palabras que el mensajero de Dios dijo a María y a los pastores: “No temáis”. Cuando no creemos que tenemos lo que necesitamos para enfrentar los desafíos dentro de nosotros o el quebrantamiento que nos rodea, Dios derrama el Espíritu Santo al igual que en el día de Pentecostés, siempre dando a la iglesia más de lo que necesitamos para hacer lo que más se necesita. Cuando nuestros propios pecados y fracasos han perturbado nuestras vidas y parecen haber acortado nuestro futuro, el Cristo nacido de María ofrece perdón y una vida completamente nueva. En Jesús, la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no pueden vencerla.
No hay duda de que estos son días agotadores, inciertos y desafiantes para nosotros de muchas maneras. Pero recordemos, por fe, que la Navidad llegó primero a aquellos que también estaban exhaustos y asustados. En su vivir, enseñar y morir, el Cristo nacido en Belén también conoció la lucha y el cansancio, para que el mismo villancico que habla del mundo cansado también pueda proclamar “¡Él conoce nuestra necesidad, nuestra debilidad no le es ajena!”.
Esta Navidad, dondequiera que estemos, no importa cuán desgastados y agotados nos sintamos, escuchemos la invitación de los ángeles y vengamos a través de la oración, la adoración y el recuerdo al pesebre. Veamos al bebé, Dios con nosotros, en forma humana. Imagínense cómo sería sostener a ese bebé y ser abrazado por un amor que no nos dejará ir. Más importante aún, levantémonos del pesebre como personas que saben que Dios está con nosotros no solo para sostenernos en nuestro agotamiento y sanarnos en nuestro quebrantamiento, sino incluso para sostener y sanar al mundo a través de nosotros.
Esta Navidad, que la maravilla de María, la alegría y la energía de los pastores y, sobre todo, el inexorable, extraordinario y resucitado amor del niño Jesús, esté con nosotros y en nosotros y en este mundo a través de nosotros.
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